Un Curso de Milagros

Un curso de milagros

Es mucho lo que podría escribir sobre este curso, principalmente por lo que significa en el trabajo y búsqueda personal que ha sido una constante en mi vida. Voy a tratar, sin embargo, de ser ordenado, claro y lo más objetivo posible, consciente de que será sólo un pequeño aporte más a la inmensa y creciente información que puede encontrarse en la web acerca del tema. El objetivo de esta nota es contar lo que me hubiera gustado leer acerca de este curso antes de experimentarlo, antes de decidir si era un trabajo viable para mí.

“Un curso de milagros” es el nombre de un libro, que en realidad son tres en la misma encuadernación, y que constituyen en sí todo lo necesario para hacer este curso al que se refiere el título. No hace falta más que la información contenida en este libro. No hay una escuela oficial donde se dicta, ni ninguna organización que tenga maestros autorizados, y tampoco certificados que acrediten nada. Lo único que se necesita para completarlo es esa información (a la que puedes acceder por Internet).

El curso se define como un programa en entrenamiento mental, es decir que el objetivo es una evolución de la mente. En concreto, y tal como postula desde la introducción, se busca cambiar la manera en que se percibe al mundo y a uno mismo.

Uno de esos tres libros es la parte práctica, la cual consiste en 365 ejercicios, o “lecciones”,  que deben hacerse a razón de uno por día (puede usarse más de un día para una misma lección, pero no más de una lección por día), así el curso dura como mínimo un año.

Todas las lecciones consisten, por tratarse de un entrenamiento mental, en trabajar con ideas. Nunca se pide más que utilizar las ideas que se sugieren en cada lección, según simples directivas que van variando. Por ejemplo, una lección puede sugerir que dediquemos un minuto a sostener una determinada idea, dos veces en el día, una al despertarnos y otra antes de dormir; otra puede consistir en que recordemos la idea una vez por hora durante todo el día, entre otras variantes.

Como puede verse, si bien los ejercicios no son complejos, se requiere cierto compromiso y disciplina para completar el programa.

Hasta aquí las definiciones formales, lo básico para saber de qué se trata. Sin dudas han quedado muchas preguntas, muchas de las cuales el mismo curso podrá responder, y otras tal vez las podamos ir dilucidando en esta nota.

Vamos ahora a tratar de expresar el significado que puede tener en la vida de una persona el hacer este curso.

Para expresarlo resumido: la nueva percepción que se alcanza, completando el programa de ejercicios, transforma nuestra experiencia de vida de manera que dejamos de sentir  temor, y pasamos a disfrutar de una paz y dicha constantes, que ningún acontecimiento puede alterar. Sin duda un anhelo que probablemente compartamos todos los seres humanos, y asimismo, algo que en la mayoría de los casos bien podríamos considerar como un auténtico milagro.

Para darle fundamento teórico a esta propuesta, hay un extenso texto donde se expresan conceptos profundos de una manera taxativa, que difícilmente pueden dejar dudas. La redacción es amable, y muchas veces poética, pero en todos los pasajes muestra una firme coherencia. Este libro teórico aborda una gran cantidad de tópicos cuya temática puede englobarse en las llamadas cuestiones esenciales de la vida: de dónde venimos, quiénes somos, hacia dónde vamos, qué vinimos a hacer a este mundo. Todo está respondido de manera minuciosa y también reiterativa, según diferentes enfoques. La diferencia con otros documentos que abordan cuestiones similares, como los textos sagrados, es que no está escrito de manera simbólica, no relata ninguna historia que deba ser interpretada, ni utiliza metáforas encriptadas. Es claro y directo, y si algunos pasajes suenan complejos, esto es más atribuible a la complejidad del tema tratado que al estilo literario.

El tercer libro que completa el material (además del libro de ejercicios y el texto) es el llamado “Manual para el maestro”, mucho menos extenso que los otros dos, cuyo contenido parece apuntar a complementar la formación de quien haya completado el curso.

 

Uno de los ejes teóricos del entrenamiento es que nos hemos convencido de ser algo que no somos. Nos hemos restringido voluntariamente a una definición mezquina y vulnerable que hemos hecho de nosotros mismos. Los detalles y las circunstancias en las que esto ocurrió no son relevantes a la luz del entrenamiento, porque de nada sirve encontrar responsabilidad en nuestros padres, referentes o cualquiera que haya marcado nuestra niñez. No existe ninguna referencia a esas cuestiones tan profundamente tratadas desde el psicoanálisis porque el principio del curso es que tenemos todo el poder, y que hemos decidido olvidarlo, e incluso olvidamos que tomamos esta decisión. Lo demás son detalles de cómo sucedió lo que decidimos, pero fue nuestra voluntad. Perdernos en los detalles de cómo se desarrollaron los acontecimientos después de esa decisión no nos hará recordar quiénes somos en realidad. En vez de ello, la propuesta es entrenar nuestra mente confundida, y corregirla para permitirnos experimentar nuestra verdadera naturaleza. Ése es el milagro, y una vez que tenemos esa experiencia, que el curso llama “instante santo”, toda explicación y análisis se convierten en algo superfluo.

 

Parece utópico, pero veamos algunos conceptos que le dan lógica a este ambicioso objetivo:

  • No percibimos hechos o cosas, sino significados: Esta idea parece descabellada, pero si analizamos nuestra experiencia de percepción, podemos darnos cuenta de que todo lo que vemos, oímos, tocamos o sentimos de alguna manera, es procesado por nuestra mente e inmediatamente etiquetado con datos de nuestra memoria, para darle un determinado significado. Y nuestra experiencia de eso que percibimos viene dada por este significado. Un dato relevante es que las cosas que no tienen significado para nosotros pasan desapercibidas, y podemos decir que, de alguna manera nos perdemos la experiencia. Se ha comprobado que nuestros sentidos captan una gran cantidad de información que es recibida y procesada por una parte de nuestra mente que no es consciente. Allí es clasificada y seleccionada (en milésimas de segundo), y nos hacemos conscientes de la mínima parte que pasó ese proceso de selección, quedan sólo las partes que significan algo. ¿Qué criterios se usan para esta selección? Los almacenados en nuestras creencias, condicionamientos y traumas. Estos filtros mentales limitan el alcance de lo que podemos percibir, y nos muestran un determinado aspecto del mundo que creemos real, pero ¿Qué pasaría si lográramos entrenar nuestra mente para llevar consciencia sobre esos filtros? Quizás podríamos acceder a otra información que está presente y frente a nosotros, pero que descartamos inconscientemente. Quizá esta nueva información podría mostrarnos otros aspectos del mundo. ¿Y qué tal si aplicamos esto mismo a la percepción que tenemos de nosotros mismos? Quizá podríamos descubrir aspectos de nuestra naturaleza que nos aportarían un punto de vista diferente. El curso afirma que algunos de las creencias y paradigmas que hoy tenemos instalados en nuestra mente no sólo ocultan aspectos de la realidad, sino que también tergiversan lo que percibimos. Existen experimentos que pueden probar esto, como muestra el siguiente video:

Aquí podemos comprobar como, sorprendentemente, las creencias acerca de cómo deben estar coloreados los casilleros de un tablero de ajedrez, o de cómo lucen los colores cuando les da la sombra y cuando están iluminados, nos inducen a modificar la percepción de los colores de los casilleros A y B, hasta verlos como si tuvieran distinto color, cuando en realidad los dos tienen el mismo tono de gris. La premisa aquí es darnos cuenta de que no sólo percibimos lo que nuestros ojos y oídos (y demás sentidos) reportan, sino que también percibimos muchas cosas que inferimos, agregándole a las imágenes y sonidos una información contextual que guardamos en nuestra memoria.
Si nuestras creencias llegan a afectar la manera en que percibimos un color, imagina lo que harán en el momento de evaluar la intención de una persona cuando nos habla, por ejemplo. El entrenamiento mental del curso, para graficarlo con el ejemplo, nos permitiría adquirir la capacidad de observar los casilleros tanto en un caso como en el otro, es decir, con o sin juicios previos. Resulta ahora más lógica la idea de que cambiando nuestros paradigmas podemos cambiar todo nuestro mundo.

 

  • Nuestra identidad es energía e información, y la materia es sólo un vehículo: ¿Y podremos actuar sobre la materia? El curso afirma que no sólo podemos, sino que, en realidad, lo estamos haciendo todo el tiempo. Gracias a los descubrimientos científicos recientes, hasta en las mentes más escépticas cobra cada vez más solidez la idea de que toda la materia que percibimos es sólo información y energía. Existen muchas teorías, además de la tan citada física cuántica, que describen el mundo manifestado como una forma de energía ordenada de acuerdo a una determinada información, y por lo tanto susceptible de ser modificada desde ese plano. Y aunque no caben dudas de que el objetivo del curso no es ni remotamente el aprender números de circo, hay claras referencias a la influencia de la mente sobre lo manifestado. Sin embargo, y como veremos más adelante, el mundo y su cambio no son objetivos que tengan la menor importancia. La única importancia del mundo consiste en su utilidad como elemento que nos permita entrenarnos para modificar la percepción.

 

  • Estamos conectados a través de una red de energía e información con la fuente de todo lo manifestado: El hecho de estar percibiendo a través de nuestros sentidos nos está proporcionando una experiencia ilusoria de separación, como si fuéramos entes independientes que no pueden conectarse a menos que exista una interacción directa. Existen pruebas en la actualidad que nos permiten sospechar que estamos conectados, que el contenido de nuestra mente influye en el contenido de las mentes de todos, y que lo que llamamos mundo es una consecuencia de las acciones conjuntas de nuestras mentes. Hay experimentos sorprendentes que documentan cómo reacciona el agua a determinados significados, o moléculas de ADN de una persona que, separadas del cuerpo, siguen modificándose con los estados emocionales. Lo que pensamos afecta todos, y no sólo a nosotros.

 

  • Lo que vemos genera nuestro mundo: No existe un mundo fuera de nuestra voluntad. Lo que vemos es lo que hemos decidido ver. Nuestros preconceptos acerca de las cosas actúan inconscientemente, filtrando, eliminando e incluso tergiversando la información de los sentidos. La idea de una realidad objetiva ajena a nosotros es una ilusión. Estamos creando lo que se manifiesta, y todo obedece nuestra voluntad. Por eso es esencial que ésta no se esté alineada con nuestros miedos. Acceder a un estado de paz y felicidad no es cuestión de lo que nos pasa, sino de lo que nuestra mente crea con lo que nos pasa.

 

Siendo la mente la causa, y el mundo el efecto, el curso propone cambiar el mundo modificando nuestra mentalidad. No se centra en ninguna acción concreta hacia “afuera”, sino que propone entrenar nuestra mente para empezar a percibir un mundo diferente, un mundo “perdonado”. Y esa nueva percepción cambiará al mundo.